jueves, 11 de septiembre de 2008

Por la vocación de barrio


¿Dónde está el sol? ¿Dónde fue a parar nuestra intimidad? ¿Por qué ya no nos respetan? Estas son sólo algunas de las preguntas que los vecinos de Ramos Mejía aún no pueden responder.
Desde hace cuatro años, la construcción indiscriminada de viviendas llevó al colapso de la red de servicios. Además, el aumento del tránsito vehicular y la alta contaminación visual alteraron fuertemente la vocación de barrio, su identidad.

Los gigantes de cemento no sólo quitan todo tipo de intimidad y cada uno de los rayos del sol, sino que también devalúan las viviendas y hacen escasear los servicios. “En Ramos Mejía las cloacas se hicieron en 1960, en ese momento había 80.000 personas ahora somos 220.000 y son las mismas cloacas. Pese a que todavía la mayoría de los edificios están sin habitar, ya notamos poca presión de agua y gas, bajas de tensión eléctrica, desbordes en las conexiones de cloaca e inundaciones”, manifiesta Miguel Presa, vecino de Ramos y máximo exponente de la organización “Vecinos Autoconvocados de Urquiza y Espora”. Miguel también es víctima de la fiebre edilicia que cercó su domicilio, convirtiéndolo en un prisionero.

Este vecino, que además es músico y mago, tuvo que convertirse también en abogado para poder defender su causa. Sin dudas, a Miguel le encantaría hacer magia para que quiten el edificio que plantaron al lado de su casa, “pero esto no se arregla con magia, es más simple: cumplir con las leyes”, explica Miguel. “La ley de suelo dice que el Factor de Ocupación del Suelo (F.O.S) no puede superar el 60 % del suelo, yo no soy un justiciero, digo lo que dice la ley”.

En aproximadamente 90 días debe darse a conocer el nuevo código de planeamiento urbano anunciado por el intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, que entre sus propuestas busca transformar la zona en unifamiliar y limitar la altura de las torres que se estén por construir. Esta normativa que frenaría la construcción desorbitada de edificios termina por reconocer la ilegalidad que esta padeciendo Ramos en materia edilicia. Sin embargo, esto no soluciona el reclamo original de los vecinos de Ramos Mejía quienes siguen padeciendo la presencia de los gigantes. “Estoy de acuerdo con que se limite toda esta situación, pero al lado de mi casa sigue estando el edificio ilegal”, asegura Miguel. “Las autoridades de la municipalidad afirman que nunca se demolieron edificios en Ramos y yo les respondo que los vecinos tampoco nunca los pedimos”.

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